¿No se ha detenido a pensar en cuál sería el mejor estímulo para dejar la droga? Sin dudas, para cada cual es una cosa individual. A unos les obligan las reprimendas de los seres queridos, otros se enamoran y dan ese paso por la persona que aman, los terceros, habiendo escapado de un estado casi letal de sobredosis, comprenden que la vida es lo más valioso.
Entre tales estímulos los especialistas definen a uno, que como regla constituye una consecuencia de la misma dependencia – este es el nacimiento de un bebé. Puede que no influya esto mucho en los narcómanos jóvenes, no obstante entre ellos existen no pocos ejemplos de cuando la aparición de un hijo o una hija les ha hecho poner un punto decisivo a su carrera de drogadicción. Muchas veces, las chicas, al haber quedado encintas en estado de embriaguez narcótica no reconocen su situación de futuras madres durante algún período. Hasta el mismo momento del parto, si es que ese momento llega a realizarse, ellas consideran al futuro bebé como una impedimenta. Pero, todo luego cambia.
Muchas adictas después de dar a luz, se niegan por siempre a seguir el consumo. El instinto materno, muy difícil de inhibir, es el que domina. Tal vez, el sentir la necesidad de la criatura de defensa y cuidado sea el mecanismo que despierta la conciencia de las mujeres drogadictas. Comprenden que habrá solo un camino a elegir entre la droga o la vida del bebé. Por desgracia, e consumo de drogas durante el embarazo causa en la mayoría de los casos cambios patológicos en el embrión y las nuevas madres caen en estado de depresión al reconocer que han malogrado otra vida además de la suya propia. A veces eso contribuye a una mayor inclinación a cambiar el estilo de vida, aunque también puede ocurrir absolutamente lo contrario y desencadenarse una tendencia más fuerte al abismo de la droga.
En este momento es muy importante la atención calificada de un siquiatra y un narcólogo, para no dar chances al regreso al pasado y fortalecer el estímulo positivo en la conciencia del paciente. Dejar la droga en condiciones caseras quizá sea posible, aunque la drogadicción es una enfermedad, y el control médico es de vital importancia. Mucho más, ya que el momento de parir constituye una enorme carga para el organismo, que ya ha sido debilitado por el consumo de estupefacientes.
Es una pena, pero en su mayoría, la aparición de un bebé no conmueve a las mamás drogadictas casi en lo más mínimo. Siguen su costumbre de inyectarse, consumir alcohol y otros estimulantes. En casos extremo graves la pregunta de si el drogadicto puede dejar los narcóticos cuando le nace una criatura es una cuestión absurda. Han ido tan lejos, que ya solo les preocupa la próxima dosis. De ahí el problema del tráfico de niños, los fallecimientos de infantes por desnutrición y frío por descuido de sus “padres”, el abarrotamiento de los orfanatos. ¡No quiera Dios que algún niño sepa lo que es ser hijo de padres drogadictos!
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