Como se sabe en algunos países, la metadona se utiliza ampliamente como un medicamento sustituto en el tratamiento de la adicción a las drogas. Es similar al efecto que causa el opiáceo en el cuerpo humano, no obstante a ello, es capaz de mantener la efectividad al consumirse por vía oral. Además no causa una euforia tan fuerte, lo que le permite a la persona que lo consume cumplir sus funciones sociales.
Todas estas cualidades han llegado a ser la razón por la que varios países han puesto en marcha programas para pasar de forma voluntaria a los adictos al preparado de opiáceos a la metadona, presentándosela como que es menos dañina y le da una ayuda invalorable a aquellos que no pueden dejar de consumir drogas por sí mismos. Al inscribirse en el programa, el drogadicto recibe diariamente en la clínica una solución de metadona y la toma en presencia del médico. Como resultado, los drogadictos vuelven a su colectivo y pueden volver a ser parte de la sociedad, dejan de sentir la necesidad de una búsqueda constante de dinero para la dosis, la producción legal garantiza que no haya impurezas tóxicas en el producto y el peligro de la propagación de enfermedades a través del uso compartido de jeringuillas se reduce a la nada.
Sin embargo, unos años después de la introducción de programas de metadona, el número de muertes asociadas con el consumo de la metadona se ha incrementado bruscamente. El uso generalizado de la metadona en la medicina le proporcionó el acceso al mercado ilícito, y al consumirla sin un control médico la metadona resultó ser más peligrosa que la heroína. Además, la metadona es más sencilla y más barata de producir que la heroína, lo que hace que una cantidad considerable sea utilizada en el tráfico ilegal de metadona de baja calidad "de la calle", la que contiene impurezas altamente tóxicas.
La dependencia crónica a la metadona se caracteriza por una depresión respiratoria, bradicardia, hiperglucemia, calambres, fiebre alta y tensión arterial alterada, y un gran número de otras manifestaciones fisiológicas. Precisamente se asocia con el consumo de la metadona la muerte de Kurt Cobain y Anna Nicole Smith.
Todo esto, por supuesto, no significa que los programas de tratamiento de la dependencia al opio con la metadona sean necesarios cerrarlos. Para muchos, esos programas siguen siendo la única manera de dejar de consumir drogas. Sin embargo, muchas de las normas vigentes en ellos, deben ser revisadas, y el control de la distribución y el almacenamiento de la metadona debe ser rígido.
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